Muchas empresas tienen una falta de liquidez crónica, incluso con el negocio ya consolidado, en este articulo vamos a explicarle por qué se produce esta situación y algunas medidas que pueden tomarse para evitarla.
El origen del problema: Inversión inicial y el Activo no corriente
En muchos casos la falta de liquidez procede de una financiación insuficiente al iniciar la actividad. Es habitual que el capital aportado más los préstamos solicitados se ajusten a la suma de las inversiones en activo no corriente (maquinaria, instalaciones, ordenadores…), sin tener en cuenta que también hay una parte del activo corriente, en concreto, una parte de las existencias y de las cuentas a cobrar, que acaba siendo una inversión permanente.
El problema perdura
En teoría, esta falta de liquidez inicial se va solucionando con el tiempo, con los beneficios se irán generando recursos adicionales que “corregirán” el desfase inicial, pero muchas veces el problema se mantiene en el tiempo.
Por tanto, conviene hacer controles periódicos que confirmen que el fondo de maniobra de la empresa es positivo, que los activos corrientes que acaban siendo permanentes también están financiados con recursos a largo plazo. Una reacción inmediata ante posibles desviaciones evitará males mayores.
Respecto a las mercancías obsoletas, lo mejor es venderlas cuanto antes, aunque sea a precio de saldo, o darlas de baja. Aunque la pérdida aflorará de inmediato, el paso del tiempo aún supone más coste.
Las Soluciones
Inmediata: Re financiación y carencia
Si la falta de liquidez se está convirtiendo en estructural, plantee una aportación de capital de los socios, o un préstamo que permita pasar parte de la deuda de corto a largo plazo. Presente los números con claridad, explicando al banco la insuficiencia de financiación inicial, o una desviación por no haber actuado con celeridad ante un impagado o un imprevisto.
Control de plazos
Tome medidas correctoras y controle sus plazos de cobro. Es posible que el plazo real de cobro sea superior al previsto:
- Priorice los cobros por transferencia o domiciliación
- Intente negociar plazos de pago más cortos, por ejemplo a 30 días.
Recuerde que la ley de lucha contra la morosidad establece unos plazos de pago de 30 días, ampliables a 60 por acuerdo entre las partes. Utilice la existencia de esta ley como argumento a su favor con aquellos clientes que le paguen en un plazo excesivamente largo.
En el caso de proveedores, actúe en sentido contrario. Si su empresa paga a 30 días, por ejemplo, sugiera que ha unificado las fechas de pago y que a partir de ahora pagará a “30 días fin de mes”.
Actúe también sobre las existencias y ajuste su stock a la medida real de las necesidades de entrega y a la capacidad de reacción de sus proveedores habituales.
Evite problemas de liquidez financiando a largo plazo los activos corrientes que acaban siendo permanentes. Reduzca costes financieros actuando sobre los plazos de cobro, de pago y de mantenimiento de las existencias en el almacén.
Fuente: © LEFEBVRE-EL DERECHO, S.A.
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